Por Matías Battaglia.
La pandemia evidenció -una vez más- la “macrocefalia” de Argentina, donde el AMBA concentra desproporcionados recursos económicos y demográficos. Para ser más precisos: aglutina el 37% de la población, el 40% del PBI, el 43% del empleo privado y el 44% del empleo industrial del país. La rápida expansión del virus también puso en evidencia que el AMBA posee una significativa densidad demográfica.
Sin embargo, y a diferencia de lo que podría suponerse, el AMBA no es la única urbe que registra una alta densidad demográfica. Como puede observarse en el mapa, hay varias áreas de Argentina con una densidad de más de 8.000 personas por km2 por radio censal. ¿Por qué hablamos de ese valor en particular? Porque en gran parte de los km2 que conforman la “mancha urbana” del AMBA, tan conocida en estos tiempos, hay más de 8.000 habitantes viviendo en cada km2.
La gran diferencia de AMBA con el resto del país está en la cantidad de km2 que cada ciudad tiene con esa densidad. En ese sentido, el AMBA supera al resto:
- El AMBA tiene unos 653 km2, de los cuales 520 km2 le corresponden a la Provincia de Buenos Aires y 132 km2 a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
- Muy por detrás, le siguen Rosario y Córdoba, con entre 58-59 km2 con la mencionada densidad.
- Luego encontramos a las ciudades de Tucumán, Mendoza y Salta con entre 26-39 km2.
- Dentro de los 7-17 Km2 encontramos a Paraná, Confluencia (Neuquén), Resistencia, Jujuy, Corrientes y Santa Fe.
- Dentro del rango más bajo, Puerto Madryn, Cippoletti, Trelew y Río Gallegos, cuentan con menos de 5 km2 de extensión de alta densidad.
Es interesante notar que en todos los casos mencionados, se reproduce el esquema urbano del AMBA. Es decir, en las inmediaciones, suburbios o conurbaciones de dichas ciudades, se pueden encontrar asentamientos y barrios vulnerables.
¿Qué nos dice esto? Que hay un error en cómo Argentina está llevando a cabo las políticas urbanas. Cada aglomeración a nivel nacional, reproduce los peligrosos niveles de asimetría y sustentabilidad propios del AMBA.
¿Cuáles son las posibles causas?
Si bien es multicausal, encontramos un patrón recurrente: las áreas que tienen una densidad demográfica alta suelen ser las que tienen mejores índices de conectividad. Esto es: aeropuertos, diversidad de medios de transporte y conectividad digital y comunicaciones.
Dicho de otra manera: producto de la precaria infraestructura de conectividad, se “castiga” al que elige vivir lejos de los grandes centros urbanos. Y para evitar dicho “castigo”, muchos están dispuestos a vivir en asentamientos o barrios vulnerables, con tal de no quedarse fuera de los grandes centros urbanos.
¿Soluciones posibles?
- Es fundamental ampliar y mejorar la infraestructura comunicacional: sin mejoras en el transporte y la conexión (digital y física), poca gente se atreverá a quedarse en las áreas alejadas de las grandes urbes. Al día de hoy, estar fuera de dichas ciudades es asumir el costo de la “desconexión”. Dicha “desconexión” no es solo un tema de transporte, sino que es una definición amplia que abarca desde oportunidades laborales hasta servicios médicos y, en última instancia, calidad de vida.
- Diseñar y ejecutar políticas urbanas que tiendan a reducir el crecimiento demográfico de las grandes urbes. Especialmente, cuando entran en una fase regresiva y no sustentable, tal como sucede en el AMBA.
Y, tal como lo hemos mencionado en distintas oportunidades, desarrollar una estrategia de Ciudades Intermedias. Esto es potenciar el crecimiento de ciudades alejadas del AMBA, con una población de entre 20.000 y 500.000 habitantes y que tengan potencial de generar un spill over en su área de influencia.